jueves, 14 de febrero de 2008

miércoles, 13 de febrero de 2008

Hágase el de las gafas, hágase el gringo

Mientras buscábamos la mejor lechona del sanandresito que por voto popular resultó ser la de Carpincho, un muy simpático vendedor de gafas empezó a hacernos señas para que nos acercáramos a su puesto.

El tipo de primerazo empezó a hablarnos en inglés, a ofrecernos la gafa Adidas, la Gucci y la Chanel. Le seguimos el juego esperando ser tumbadas de manera infame por la pinta de gringas, que hasta ese momento no habíamos contemplado. El vendedor muy amablemente nos mostró toda la gama de productos finísimos que tenía para ofrecer a unos precios muy cómodos, incluso para el bolsillo colombiano.

Terminó presentándonos a su compañero como "my boyfriend" y terminando con un "I love him".

En el post de abajo verá la escena capturada en video.


Se le tiene la gafa, miss

Vender el cupo en San Andrés


Por mucho tiempo, San Andrés fue el puerto libre donde se compraban los electrodomésticos, los cubiertos alemanes firififí, los manteles elegantísimos, etecé, etecé, etecé. Esa obsesión por la actividad importadora de enseres varios desde la isla hacia el interior del país, dio nacimiento a una de las costumbres comerciales más llamativas en la historia de la aviación local: la venta del cupo. Es aeropuerto isleño se convirtió en un centro de negocios en el que pobladores del lugar y otros personajes vendían al mejor postor su cupo para que el inexperto turista o el avezado contrabandista de Sanandresito no tuvieran que pagar por el exceso de equipaje. Tras la apertura de las importaciones, el negocio del cupo sanandresano pasó a mejor vida.

¿Y sanandresito qué pitos?

"Es un remedo urbano de San Andrés, pero sin playas, hoteles de lujo o negritos de trenzas bailando calypso. En realidad, su parecido con la isla se remonta a tiempo en que el archipiélago era el sueño de cualquier comprador compulsivo con ganas de coleccionar marcas extranjeras. Este maravilloso centro comercial, palacio por años del contrabando y del cual se encuentran diversas versiones en la mayoría de ciudades colombianas, es templo de la mercancía más variada. Con sospechosos promotores comerciales que persiguen a los clientes hasta saber lo que quieren, la oferta de tenis, jeans de marca, sello negro y electrodomésticos sigue siendo su fuerte, pese a la dura competencia que le han montado las grandes cadenas de supermercados."

(Tomado de "Colombiano es...")

martes, 12 de febrero de 2008